jueves, 20 de septiembre de 2007

lola odia la burocracia pero le encantan las alturas.

el pasaporte de lola está caducado y esta mañana ha ido a la oficina de la ciudad a solicitar un documento para renovarlo. le han dado con la puerta en las narices. le ha pasado una vez más el „vuelva usted mañana“. lola se ha enfado mucho con la funcionaria. no sólo no ha podido responder a sus preguntas, sino que también le ha dicho que lo que pedía, debía haber sido realizado ya hacía 4 años. lola se ha quedado perpleja y comprendiendo que no había nada más que ella, ni la torpe funcionaria pudiese hacer, ha recogido sus papeles y se ha ido de la sala con cara de enfurruñada.
fue entonces cuando vio un cartel que ofrecía café barato. la oficina de la ciudad se encuentra en un edificio bien feo. a pesar de la claustrofobia que lola sufre desde que una vez a los 3 años se quedara encerrada en el jardín de infancia al que asistía, ha entrado en el ascensor que la ha llevado a la décima planta. es entonces cuando lola ha sido testigo del espectáculo y la magia que provoca ver la ciudad desde un piso muy cerca de las nubes. y es que, aunque lola odie la burocracia y los espacios cerrados, hay algo que le conmueve profundamente, y es la visión de las ciudades desde puntos altos. ha entrado en aquel café lleno de sol y se ha alegrado de ser lola y de estar allí. desde las ventanas se veían los arboles aún verdes y frondosos del parque viktoria y la luz apoyada en pleno sobre esas fachadas de color rojo, iluminando cada trozo, intensificando los colores de un verano que se escapa veloz por cada esquina de la ciudad. lola se ha prometido volver a ese mismo lugar una vez en cada estación del año.

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